“Los libros son a veces ventanas que ofrecen vistas de mundos que pueden ser reales o imaginarios”
(Rudinen Sims Bishop)
Mi participación para el VadeReto del mes de Junio.
Maitane mira tras la ventana y una cuidadosa observación le demuestra que no es el hotel para descansar que le habían prometido. Elegante, exclusivo, para gente de nivel económico alto, sí; pero es una cárcel. Los barrotes horizontales están fijos, apenas dejan unas rendijas para que entre la luz. No, la ventana no se puede abrir. Se han asegurado que no podrá tirarse ni cortarse con los cristales. ¿Dónde está la gente, los coches, la calle? Detrás de la ventana no hay nada. Un moderno edificio en medio de la nada. Todo pensado para que no se le ocurra escapar. Maitane mira con repulsión su difusa imagen en el cristal. Con un movimiento altanero se separa de la ventana.
El interior está impoluto, nuevo, aséptico. Paredes blancas como sábanas blancas esterilizadas. Frío. Siempre siente frío, aunque vaya cubierta de capas, jersey con mangas que le tapan las manos y chaqueta gorda de lana. En esa celda, con armadura de hierro, pasará encerrada un tiempo, el suficiente hasta volver a hacerse con el control de su vida. Dos meses, piensa. Hasta el veinte de agosto, la fecha de su diecisiete cumpleaños. Sola en esa habitación por haber llegado al límite. Solloza muerta de miedo. «Es imposible. No lo conseguiré. Me da igual morir».
El anochecer se está echando encima. Un gris sepia cubre el cielo. Son solo las 5 de la tarde, pero la realidad ha dejado de ser un cronómetro, no mide el tiempo como esos relojes blandos de Dalí, no miden el tiempo ya, porque están deformados. Es un tiempo daliniano, surrealista, irresponsable. Todo parece fruto de un mal sueño. Porque el sueño auténtico no vendrá. Maitane está agotada. La angustia la invade. No soporta el asco que le inspira su cuerpo ni las miradas compasivas, tampoco que le pregunten por qué está tan flaca, con la piel pegada a los huesos. Entre anoréxicos la pregunta es ¿cuántos kilos esta semana? El porqué viene dado con el sufrimiento y las lágrimas amargas. Un grito sale de su garganta y se prolonga como un eco más allá de la ventana. Pide ayuda para salir de ese agujero negro. Solo eso. Porque ella sola no sabe vivir sin el monstruo que la habita. Una corriente de aire le acaricia la piel y le alborota el cabello. Es la mano de su madre. Extraño porque lleva años sin hablar con ella, no soporta sus silencios recriminatorios. Por primera vez percibe la ternura de sus gestos. Eso le hace bajar la guardia. Es un tiempo de confidencias. Maitane habla. Intenta describirle la angustia en la que vive. Se acurruca pegada a ella. Llora en sus brazos. ¡Al fin se entienden en el silencio!
Muy buen relato María Pilar, aunque duro, sin duda. Debe ser terrible la situación que llegan a vivir estas personas, y las que les rodean. Me ha gustado mucho el final, esa reconciliación entre madre e hija. Excelente!
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Precioso, María Pilar!
ResponderEliminarHas tratado un tema tan profundo, tan delicado y tan doloroso, con una dulzura tan bella como el cuidado de esa madre.
Es difícil ponerse en el lugar de esas dos mujeres. Ambas sufren. Una por su monstruo interior, la otra porque se ve incapaz de ayudarla a deshacerse de él. Al menos, ahora parece que lo lograrán juntas.
Felicidades. Un relato que acongoja por la dureza del tema, pero que deja una fina sonrisa de esperanza en su final.
Muchas gracias por traerlo al VadeReto.
Un Abrazo.
Una realidad que no desaparece, una tortura para los afectados y sus familias.
ResponderEliminarBesos.
Que duro relato, cuan general hoy en día o siempre y no lo sabíamos. Lo has tratado con asepsia como está la habitación, solo una esperanza abierta al consuelo de una hacia la otra, al apoyo recuperado. Abrazos
ResponderEliminarGenial relato me gusto el final Te mando un beso.
ResponderEliminarDifícil el tema de las enfermedades mentales.
ResponderEliminarY la anorexia es la que indudadeblemente es la cual, la persona se autodestruye y no se da cuenta.
Ponerse en la piel (nunca mejor dicho) del otro, no es nada fácil. Y que la chica sea sólo un nes más mayor que mi hija, me reconcome por dentro.
El dinero no da la felicidad, pero es una gran ayuda.
Excelent relato.
Durísimo tema, duro en sí aunque lo has tratado con gran sutileza, ese monstruo que carcome a esta chiquilla, que afecta de tremenda manera la vida de la madre (y por ende de todos los familiares), hace ver que este trance es algo muy difícil de pasar. Mucho dolor, mismo que solemos olvidar inmersos en nuestra propia realidad.
ResponderEliminar¡Sólo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente ".
Abrazos miles, mi corazón contigo. ❤️❤️❤️
Muchas felicidades por tu relato, María Pilar. Me ha encantado. Hay que leerlo, por lo menos, dos veces. La primera de tanteo. La segunda conociendo desde el principio el motivo para poder matizar tus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola María Pilar, ¡vaya relatazo! Un tema duro, sin duda, pero lo has tratado muy bien y haciendo partícipe del mismo a la ventana que el reto de José Antonio exigía. Se nota la angustia de la protagonista en cada palabra y la ventana es aliada de la misma. Le has puesto un final medio-feliz porque, efectivamente, se reconcilia con la madre, pero el futuro que le espera es duro y pasarán todavía más episodios de cero comunicación antes de su curación final... Muy buen relato.
ResponderEliminarBuen fin de semana.
Un abrazo. :)
La mente, bien es tu mayor aliado en la vida o tu peor enemigo. Y esas barreras que no se ven, son las más difíciles de derribar.
ResponderEliminarQué bonito relato a pesar de su dureza. Ser esclavo de los deseos del cuerpo, de la tiranía de una mente alterada, saber que esa esclavitud te está matando y lo ver lo difícil que es luchar contra ella, tiene que ser algo tan terrible que me cuesta imaginarlo. La anorexia siempre me ha causado mucha desazón porque no la entiendo, pero veo el sufrimiento que causa.
ResponderEliminarUn beso.
Hola María Pilar, un relato emotivo, lleno de imágenes sugerentes, con una excelente descripción de la situación de la protagonista y de sus problemas internos. La ventana para asomarse a un mundo que ya no tiene y que añora. Has pintado muy bien ese caos que traen las enfermedades mentales. Me gusta el final pues da esperanza, con esa madre que empieza a entender a su hija enferma. Gran aporte al VadeReto. Te dejo un abrazo grande.
ResponderEliminarHay temas complicados de contar y narrar, pero lo has llevado de forma tan emocional que me ha encantado leerlo. Esa ventana sin luz, sin acceso a la vida, no puede ser más significativa del dolor y de la dimensión del problema. Enhorabuena por cómo lo has narrado. Feliz fin de semana.
ResponderEliminarMe recordaba La Fundación de Buero Vallejo. Hay muchos infiernos posibles, esta no es una cárcel menor, la del cuerpo. Un abrazo, María Pilar.
ResponderEliminarMuy buen relato, un tema del momento que a tantos perturba, tratado desde la altura y dándole la profundidad que tiene, abrazo grande
ResponderEliminarCárcel por fuera y cárcel interior. Un retrato tormentoso y duro con final esperanzador o simplemente acogedor o tan solo amparador frente al desconsuelo.
ResponderEliminarAbrazos
Pura realidad. Saludos
ResponderEliminar¡¡Precioso María Pilar!!
ResponderEliminarNo es nada fácil salir de un pozo ni es fácil ayudar al que lo está.
Aplausos y abrazo grande
Una historia preciosa, conmovedora. Poesía...
ResponderEliminar”Al fin se entienden en el silencio”. Esa frase final guarda, resume y sugiere toda una historia que el lector puede imaginar. Cuentas sin decir y dejas una sensación profunda en quien te lee.
Me ha encantado tu participación. Felicidades.
Un abrazo
Qué buen relato, María Pilar.
ResponderEliminarCómo nos vas metiendo en la historia poco a poco, dando detalles que acercan a una realidad que al principio no se quiere reconocer y que hay que acabar aceptando para poder salir de ella.
Un fuerte abrazo :-)
Hola Maria Pilar, buen relato un poco duro. Es terrible la situación que llegan a vivir estas personas, y las que les rodean. Me ha gustado mucho la reconciliación entre madre e hija. Excelente final. Un abrazo.
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