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Los pastores del Gorbea

Hace muchos, muchos años, Urjauzi y Otsoa, dos jóvenes pastores, vivían en la zona del monte Gorbea. Eran grandes amigos desde la infancia. Sucedió que cierto día Urjauzi oyó de pronto un dulcísimo canto mientras pastoreaba su rebaño por las campas de Gujuli. Se sintió tan atraído por aquella maravillosa melodía que se olvidó del ganado y raudo se adentró en la espesura del bosque. Los sonidos de sus pisadas sobre las hojas caídas rompían el silencio y ocultaban otros ruidos apenas audibles que hacían pensar en seres del bosque que lo observaban sorprendidos con los ojos bien abiertos. Los troncos de los robles centenarios adquirieron características de monstruos, tal como se relata en los cuentos, el olor a tierra húmeda hacía irrespirable el lugar y la espesura lo llenaba de misterio, pero Urjauzi no fue consciente de esas señales. Al final de una pronunciada pendiente, separó unas ramas de sauce y pudo contemplar la quietud de las aguas de la laguna Lamioxin, de la que procedía el

El precio de la libertad

El Vadereto de diciembre nos porpone: Escoger una fábula de Jean de La Fontaine.  Reescribir la historia con otros personajes, otro escenario, otra época…  Se trata de lograr transmitir la moraleja. Las historias para niños deben escribirse con palabras muy sencillas, porque los niños, al ser pequeños, saben pocas palabras y no las quieren muy complicadas. Me gustaría saber escribir esas historias, pero nunca he sido capaz de aprender, y eso me da mucha pena.  José Saramago  Sin embargo, nos dejó La flor más grande del mundo. Un cuento precioso para niños. Aquel mes de julio toda la familia del conejito Huri fue de vacaciones al país de Juanconejeras. Cuando los chopos del soto movían sus ramas con la brisa del atardecer, los animales del lugar se reunían en torno a la charca y se contaban sus aventuras: las ranas con su croac-croac, los grillos con su cric-cric y los pájaros con su pío-pío. Entre todos formaban una algarabía que se podía escuchar por todo el valle. Huri quería ser

El dragón de obsidiana

«Creo en todo hasta que sea desmentido. Así que creo en las hadas, en los mitos, en los dragones. Todo existe, incluso si está en tu mente. ¿Quién dice que los sueños y las pesadillas no son tan reales como el aquí y el ahora?». John Lennon  El VadeReto del mes de noviembre es sobre: Dragones. El requisito principal de este reto consiste en que, al menos, uno de los personajes de vuestra historia tiene que ser un Dragón.   Soy una mujer de setenta años que repasa la historia de su familia en la que una mujer de setenta años nos dejó un legado. Las posibilidades de cumplirlo, en lo que a mí respecta, son nulas. ¿Quién en este siglo se dedicaría a dejarse conquistar, enamorar y casarse por una tradición familiar? El mandato de una herencia no puede ser más pesado que la vida real. En consecuencia, voy a cerrar el libro de la familia sin transmitir el amuleto.  La muerte me llegará por sorpresa o por enfermedad y me gustaría dejar aclarado este asunto. Cuando llegue, lo haré oficialm

Cumpleaños de Retazos de vida

Retazos de vida es el nombre de este blog que cumple catorce años. El nombre era más real con mi intención primera, cuando los viernes a la tarde me sentaba ante el ordenador para escribir una historia que me surgía sobre recuerdos, observaciones o vivencias. El punto de partida era una palabra, un olor o un sabor con los que hemos fijado los recuerdos de la infancia; otras veces, una experiencia, una música o una noticia.  Tras un tiempo de recorrido, Retazos de vida sintió la necesidad de abrirse, salir de su zona de confort y conocer gente con la que recorrer nuevas aventuras. Porque cuando transitas por esos mundos de la blogosfera, ¿quién puede abstraerse de sus encantos? Así empezó a participar en retos propuestos por escritores de blogs. Y con eso amplió sus horizontes y ganó en creatividad y libertad. También creo que es una de las razones por las que se ha mantenido en el tiempo. No sé si los que autores que hacen ese trabajo son conscientes de la inmensa tarea que desempe

Palabras, palabras, palabras

 Mientras rastreo noticias de actualidad, un titular llama mi atención: El Festival de las Palabras. El eslogan luce sus mejores galas y tiene un atractivo tan irresistible que no puedo evitar seguirlo.  —Y tú, ¿qué coleccionas tú? —Palabras, yo colecciono palabras  —le contesto sin dudarlo ni un segundo.  —¿Palabras, palabras, palabras?  —Sí, desde pequeña me enamoré de las palabras. Palabras puñales que dañan, falsas y aduladoras, dulces y poderosas. Con ellas mis relatos cobran vida y, como mariposas, vuelan libres llevando los sentimientos entrelazados.   De reojo me siento observada por las participantes. Saben de su poder mágico y me tientan para que las elija. Es una mezcla heterogénea: recitan, cantan, cuentan historias, hacen discursos, chistes hilarantes que provocan carcajadas, fórmulas mágicas que cumplen deseos…   De repente, surge un alboroto. Se discute sobre el maltrato que algunas están sufriendo discriminadas, permanecen encerradas en los diccionarios de las palabras