Me encontré de frente con una aglomeración silenciosa que picó mi curiosidad y de súbito lo vi. Era un pie lo que provocó mi inquietud, un pie descalzo, cansado de las muchas patadas que había dado a la vida, marcado por las durezas a las que había tenido que hacer frente y al final, envejecido.
Fue un flash, un segundo que se quedó colgado en mi mente creándome un gran desasosiego. Ese pie desnudo, que en la caída de su dueño desde el octavo piso había perdido su zapatilla, se liberaba del silencio al que seguramente durante largo tiempo había estado sometido.
¿Y la zapatilla? Tal vez en un momento dado alguien se encuentre con ella. Pocas cosas hay tan inquietantes como encontrarse una zapatilla usada. Como esos zapatos que jalonan la orilla del Danubio. Cientos de judíos húngaros los dejaron en la orilla del río antes de que se les disparara un tiro en la nuca y fueran arrojados al agua.
En este caso, de haber encontrado yo la zapatilla, se la hubiera puesto para cubrir esa desnudez que gritaba al mundo y así, hubiera metido ese pie en su propio ataúd para acallar tanta miseria y abandono al que sometemos a nuestros mayores.
O tal vez no.
Tal vez sea mejor que la terrible realidad se manifieste, al igual que la proclaman esos zapatos usados al lado del Danubio aunque guardemos un silencio vergonzante. La zapatilla nos haría sentir culpables a la vez que nos avisaría de la triste soledad que nos espera.
Fue un flash, un segundo que se quedó colgado en mi mente creándome un gran desasosiego. Ese pie desnudo, que en la caída de su dueño desde el octavo piso había perdido su zapatilla, se liberaba del silencio al que seguramente durante largo tiempo había estado sometido.
¿Y la zapatilla? Tal vez en un momento dado alguien se encuentre con ella. Pocas cosas hay tan inquietantes como encontrarse una zapatilla usada. Como esos zapatos que jalonan la orilla del Danubio. Cientos de judíos húngaros los dejaron en la orilla del río antes de que se les disparara un tiro en la nuca y fueran arrojados al agua.
En este caso, de haber encontrado yo la zapatilla, se la hubiera puesto para cubrir esa desnudez que gritaba al mundo y así, hubiera metido ese pie en su propio ataúd para acallar tanta miseria y abandono al que sometemos a nuestros mayores.
O tal vez no.
Tal vez sea mejor que la terrible realidad se manifieste, al igual que la proclaman esos zapatos usados al lado del Danubio aunque guardemos un silencio vergonzante. La zapatilla nos haría sentir culpables a la vez que nos avisaría de la triste soledad que nos espera.
Un relato muy real amiga mia,gracias por visitarme,cariños.
ResponderEliminarAlgunos viven solos...olvidados...sin que nadie les atienda, ni les dedique un momento...y da mucha pena...realmente...porque de ellos venimos...de ellos aprendimos...y si no los cuidamos...quizás terminaremos igual....besooooss
ResponderEliminarGracias Fiaris, real y en este caso muy doloroso por su final.
ResponderEliminarFeliz fin de semana :)
Marita, a veces no queremos ver la realidad que nos rodea y cuando se nos impone ya no tiene remedio.
ResponderEliminarBesos ^^
En este mundo es muy injusta la vejez. El planteo economico del capitalismo y el "estado de bienestar" esconde monstruos que nos acabarán. No solo tratamos asi a nuestros viejos (que dicho sea de paso el sistema los exprimió bien exprimidos en su vida util) sino que de a poco el capitalismo va acabando con el planeta. Ser viejo funciona como una metafora de eso. A veces es no tener a donde ir. Adios
ResponderEliminarGarriga ahí quedan tus palabras, tan reales como que tratan de la vida misma, lo queramos ver o no es así.
ResponderEliminarfeliz fin de semana :)
Un pie desnudo por tanto caminar, castigado por la vida y en su vejez solo, avandonado... Triste realidad.
ResponderEliminarUn beso
realidad de muchos
ResponderEliminarlas cosechas de las semillas plantadas, de los vuelcos y los caminos andados
todo se resume al final
somos la recta final de todas las apuestas hechas a través de los días regados, somos el colchón avaro o la fragilidad dispersa
somos al final solo soplo que rozó la faz de la tierra
abrazo y buen fin de semana
Eva BSanZ gracias por tu huella en mi blog.
ResponderEliminarBesos^^
Lichazul tu alma de poeta resume ese final, "somos al final solo soplo que rozó la faz de la tierra"
ResponderEliminarUn abrazo :)
La moda ahora es aprovecharse de ellos sin piedad alguna y olvidarlos cuando ya no sirven. No son el pie... sino la zapatilla usada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ayyyyyy que tristeza es la vejez! Os lo digo porque la he vivido muy de cerca y os seguro que es durísima.
ResponderEliminarBesos y gracias por recordarnos a nuestros mayores.
dialéctico, argumentativo y muy profundo!!!
ResponderEliminarNo recuerdo cuando dejamos de respetar a lxs adultxs mayores. Aunque en mi familia cercana no sucede -claro que tenemos problemas de todo tipo, ese no-, leo y escucho relatar semejantes atrocidades contra ellxs. Pensar que eran nuestra fuente de consulta, aunque enfermxs nos causaban ternura.
ResponderEliminarAbrazos preciosa, buena semana.
Mercedes Pajarón es verdad que este país está lleno de abuelos cuidando a sus nietos. ¿veremos a los nietos cuidando a sus abuelos?
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo :)
Ricardo Alves / são paulo,brasil Te felicito por tus preciosas fotografías, para mi es más fácil entender tu blog, la imagen es un lenguaje universal.
ResponderEliminarSaludos :)
Graciela de Palomas ya sabes que siempre es un placer verte por aquí y contar con tus ricas aportaciones.
ResponderEliminarfeliz domingo :)
Ohma triste y sola debe ser el doble de triste.
ResponderEliminarUn abrazo Ohma :)
Estoy de acuerdo con el comentario de Garriga.
ResponderEliminarUn beso
Gracias por su visita en mi blog. Una hermosa noche! Aquí he leído un texto lleno de emoción. Niza. Buena lectura-en!
ResponderEliminarEva gracias por dejar tu huella por aquí. Ya me he enterado de tu premio.
ResponderEliminarBesos^^
Cristian Lisandru creo que tú entiendes mejor mi idioma que yo el tuyo, pero como en este caso el tema era el amor he logrado descifrarlo.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Gracias por tu visita. Un hermoso texto, lleno de amor y inquietud. Nunca seremos lo suficiente agradecidos a nuestros mayores.
ResponderEliminarUn abrazo.
El agradecimiento es mutuo José Manuel.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo :)
Texto lleno de poesía y sentimiento. Me gusta.
ResponderEliminarTe sigo leyendo.
un beso
Lo peor de la vejez es la soledad. Un beso.
ResponderEliminarFlowher gracias por visitarme y por dejar tu comentario.
ResponderEliminarBesos^^
Susana estoy contigo.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Muy triste, pero una realidad. Hay tantos hijos desagradecidos!!
ResponderEliminarun abraXo!
Un fuerte abrazo Marilyn :)
ResponderEliminarWow, amazіng blog layout! Ηow long haѵe уou
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