Cuando estalló todo, Adela sintió que tamibién ella se hacía añicos. Tras el bochornoso episodio, se agachó para recoger los platos rotos. Desparramados por el suelo de la cocina parecían una hueste a la deriva. Entre los trozos, barrió despojos de pasión y apiló minucias de insultos que, como una lluvia ácida, contaminaban el universo de su vida.
La cuchara en un giro rocambolesco había volado a esconderse tras la pata de la mesa; y el tenedor, obediente arlequín, desde la esquina la señalaba como el lapidario dedo índice de su amo cabreado. Su sola presencia la irritaba, pero además, esa postura de señalarla como el dedo índice acusador de su dueño le llegaba hasta muy adentro como si le horadase el cerebro y eso la ponía frenética.
Todo terminó en la bolsa de basura.
Una esquirla se le había clavado en sus felices años de enamoramiento. Logró aprehender un extremo entre las yemas de los dedos índice y pulgar y tiró con suavidad hasta sacarla entera. Después, se chupó la sangre envenenada y la escupió. No pudo hacer lo mismo con la valiosa joya de su autoestima, se le quebró dentro. Recomponerla requería paciencia y tiempo, mucho tiempo. Tendría que recurrir a técnicas de orfebre para pulirla de nuevo.
Cuando se desprendió del lastre que la había tenido atenazada, vio claro lo prioritario: acabar con el infierno de vida que había soportado. Con el puño derecho en alto, como la Vivien Leigh de la película Lo que el viento se llevó transportada a nuestros días, juró con la firmeza de su rabia: "A Dios pongo por testigo de que jamás volverán a humillarme". Cerró con fuerza la bolsa para que no escapasen los demonios que llevaba dentro, la arrojó al contenedor de basura y se fue sin dejar seña alguna no fuera a encontrarla después.
La cuchara en un giro rocambolesco había volado a esconderse tras la pata de la mesa; y el tenedor, obediente arlequín, desde la esquina la señalaba como el lapidario dedo índice de su amo cabreado. Su sola presencia la irritaba, pero además, esa postura de señalarla como el dedo índice acusador de su dueño le llegaba hasta muy adentro como si le horadase el cerebro y eso la ponía frenética.
Todo terminó en la bolsa de basura.
Una esquirla se le había clavado en sus felices años de enamoramiento. Logró aprehender un extremo entre las yemas de los dedos índice y pulgar y tiró con suavidad hasta sacarla entera. Después, se chupó la sangre envenenada y la escupió. No pudo hacer lo mismo con la valiosa joya de su autoestima, se le quebró dentro. Recomponerla requería paciencia y tiempo, mucho tiempo. Tendría que recurrir a técnicas de orfebre para pulirla de nuevo.
Cuando se desprendió del lastre que la había tenido atenazada, vio claro lo prioritario: acabar con el infierno de vida que había soportado. Con el puño derecho en alto, como la Vivien Leigh de la película Lo que el viento se llevó transportada a nuestros días, juró con la firmeza de su rabia: "A Dios pongo por testigo de que jamás volverán a humillarme". Cerró con fuerza la bolsa para que no escapasen los demonios que llevaba dentro, la arrojó al contenedor de basura y se fue sin dejar seña alguna no fuera a encontrarla después.
3º en el concurso de R.C.
Reivindicativo y Magnífico relato, Pilar, donde lo importante es que le hizo frente y se marchó con la bolsa de la basura a buscar vida fuera de aquél infierno... me has recordado a uno que escribí hace años.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte y muy encantada de haber venido a tu casa.
Reivindicativo y Magnífico relato, Pilar, donde lo importante es que le hizo frente y se marchó con la bolsa de la basura a buscar vida fuera de aquél infierno... me has recordado a uno que escribí hace años.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte y encantadísima de haber venido a tu casa.
Rosy Val
Qué alegría verte por aquí, Rosy. Seguro que el tuyo era uno de esos micros redondos a que nos tienes acostumbrados.
EliminarTengo problemas para dejar mensajes en blogs de Word Press, cambié la contraseña y no me la reconoce, ahora pido renovar contraseña y no me llega al correo nada ¿?
Te he leído los últimos micros y ya he visto en la buena racha que estás. Me alegro un montón. ¡Felicidades!
Mi cariñoso abrazo.
Magnífico relato para homenajear vuestro día.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Chema. Siempre es un placer encontrarte.
EliminarMi cariñoso abrazo
La mujer a menudo se miente, se cree capaz de curar con amor psicopatologías masculinas y se mete en un berenjenal, del que salir es un gran éxito.
ResponderEliminarExcelente trabajo, como es usual en ti.
Besos, mujer.
¡Que razón tienes, Sara! Y qué difícil es salir cuando te pones tú misma una venda en los ojos. Hoy he querido dar un pequeño homenaje a esas mujeres que, a pesar de todo, han sabido rehacer su vida.
EliminarBesos.
¡Qué relato tan bueno! Has utilizado unos recursos narrativos fantásticos para describir la insoportable y triste existencia de la protagonista y cómo pone fin a ese calvario.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Josep. Una alegría verte por aquí.
EliminarGeniales tus metáforas y comparaciones, María Pilar, creo que encierran alguna suerte de poesía en prosa :))
ResponderEliminarMe alegro de que tu heroína de lo cotidiano levantara ese puño con resolución: su gesto marca el principio del fin de muchas cosas que nunca debieron ser. ¡Bien por ella!
Impecable y elegante, tal y como siempre escribes :))
¡Un beso y feliz día de la Mujer!
¡Ay, Julia! Que me sacas los colores. Me alegro que te haya gustado.
EliminarUn beso.
Me gustaria pensar que dentro de la bolsa estaba tambien el. Hay personas que la basura es su lugar. Un buen relato para este día en el que no ha pasado demasiado, las leyes seguirán mañana igual, alguna mujer morirá dentro de poco, ahora debe haber varias llorando con la cara entre sus brazos. Un abrazo
ResponderEliminarEs verdad lo que dices, Ester. ¡Qué triste realidad! Por eso no es que yo sea mucho de "días de..." Pero esta vez me salió así.
EliminarMi cariñoso abrazo.
Precioso relato, elegantemente contado, con imágenes delicadas y a la vez contundentes para describir a esa mujer que, por fin, se da cuenta de quien tiene al lado y busca salvarse.
ResponderEliminarUn gran abrazo, María Pilar.
Qué mensaje tan maravilloso me dejas, Mirella. Con lo bien que escribes tú. Te lo agradezco un montón.
EliminarMi cariñoso abrazo.
Buen relato genial para este día. Por lo menos pudo rehacer su vida.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Citu.
EliminarUn beso.
Hay decisiones imprescindibles de tomar.
ResponderEliminarBesos.
Cierto y que no hay que dejarlas para mañana.
EliminarBesos, Alfred.
Al menos la protagonista de tu historia logro encontrar las fuerzas para embolsar el dolor y los sueños pasados y reverdecer como la primavera.
ResponderEliminarMuy buen relato.
mariarosa
Ya sé que la realidad nos pinta una imagen distinta, pero me apetecía gritar que se puede salir.
EliminarMi cariñoso abrazo, María Rosa
Nunca más maltrato. Bolsa cerrada y que no se escapen los demonios.
ResponderEliminarGracias María Pilar por tu relato.
Preciosas metáforas que nos dan idea del estado de la protagonista...Su fortaleza y resolución es determinante para cerrar página y lanzar al olvido aquella pesadilla. Muy bueno, PILAR.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por tu palabra apasionada y contundente.