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Mostrando entradas de 2025

No puede ser verdad

  Haz de tu vida un sueño y de tu sueño una realidad.  Antoine de Saint-Exupéry   Cuando se acercan las navidades, salgo de estos días sin tiempo, para agradeceros a todos que siempre estáis por aquí y desearos lo mejor. La Navidad enciende sueños verdaderos, deseo y espero que se cumplan a lo largo del 2026. Eran las doce de la mañana del 23 de diciembre de 2024; María estaba en la cocina preparando el menú de las fiestas navideñas que iba a celebrar con la familia. El día era soleado y la luz brillante entraba por la ventana. De pronto, apareció una llamada en el móvil. La voz suave y dulce de una doctora del hospital trepó por su espalda como un escalofrío. Se presentó con su nombre, que se quedó flotando un momento hasta desaparecer por el extractor. Nunca lo ha recordado. La escuchaba con la respiración contraída. Estaba tan aturdida. Como he dicho, no era una voz de trueno, no; aunque tras ella se abrieron los cielos y se resquebrajaron los suelos sin que María tuv...

Luminosa melodía

  Al escribir  Solo surgen las palabras  De dolor por lo que amo  Y salgo al balcón cada amanecer  Para encontrar la oración  Que recompone las sílabas  De tu nombre  Maite  Al escribir tu nombre  Se desperezan todas las letras  Y me regalan tu sonrisa  La que sostiene el mundo  Caricia del alma  Luminosa melodía

Al amanecer

Cantan los pájaros en la plaza  Y sus trinos nada piden  Tan solo festejan  El amanecer del día   Que nos saque de la noche oscura  En la que mi alma rota   Vaga perdida  No le llega el calor que la habitaba.

Caperucita en Manhattan

Leer más relatos aquí Las luces de emergencia iluminaban lo suficiente como para saber dónde estaba. También el lío en el que Carla se había metido. Tanta grandiosidad la empequeñecía. Se encendieron las alarmas en su cabeza. Se había quedado encerrada en la torre más lujosa de la Quinta Avenida.  Su grupo escolar, con la monitora, habían subido al mirador Top of the Rock en el último ascensor de la tarde. Cuando llegó el momento de bajar, al salir del ascensor, Carla se entretuvo curioseando el retrato del primer Rockefeller que estaba en la pared de enfrente. Una cabeza afilada rodeada de una pelambrera lobezna; las aletas de la nariz dilatadas, como olfateando algo, le daban cierto aire de animal al acecho. «¡Qué hombre tan horrible!», pensó. No pasó mucho tiempo, el suficiente para quedarse sola. ¡Se habían cerrado todas las puertas! ¿A dónde se habían ido todos? ¿Y los vigilantes? Aquello no le podía estar pasando. El silencio era total.  Hecha un ovillo, se sentó en uno de lo...

El álbum de los recuerdos

Tal vez la humedad sea el único visitante entrando por las goteras, tal vez los vetustos interruptores no enciendan más las bombillas de luz amarilla, pero la casa permanecerá intacta en el álbum de la vida con mis recuerdos.  Teníamos once años cuando las cinco amigas nos vimos reflejadas en los cristales de las ventanas del baile del pueblo. Ataviadas con amplios vestidos largos que íbamos arrastrando, nos sentíamos el centro del mundo. Habíamos revuelto en los baúles de la abuela, sin contar con su permiso, y estábamos encantadas con nuestro disfraz. Como no podíamos entrar en el baile por ser menores de edad, nos contorsionábamos siguiendo el ritmo de la música de los setenta que se oía fuera, para llamar la atención de los que se encontraban en el interior. Divertidas, provocadoras, felices de sacar a la exhibicionista que llevábamos dentro mientras,  con los pisotones de los zapatos de tacón , desgarrábamos las telas de raso y tules que nos cubrían. Mi vestido  era...

Viaje a la infancia

 Bajo a la playa. Extiendo la toalla en la arena, me quito las chanclas y busco en el bolso el libro para leer. El sonido de las olas festonean de espuma la orilla. Cierro el libro y lo dejo a un lado. Muy cerca, una niña coge la mano de su padre y se queda pegada a él sin dar un paso. Tiene miedo a los bichos. Son algas que cubren una franja cercana al agua dejando un olor característico; con el movimiento del mar al romper en la playa, parecen cobrar vida propia.     — ¿Y si me pican?  El padre se gira para señalarle el puesto de los socorristas que lo curan todo.  No parece convencida.  Entonces él la levanta en volandas y se la coloca en los hombros.  La niña celebra a gritos lo fuerte que es su padre. Y quién no, teniendo un superhéroe para sobrevolar todos los peligros. Alcanzan el agua y las voces y risas de los dos al saltar las olas me llegan mezcladas con el olor a mar. Un olor sutil y agradable asociado a hermosos recuerdos de días de s...

La voz de la memoria —Felipe—

   Hay personas que se convierten en personajes al dejar tras ellos una historia que abarca a todo un pueblo. La historia de Felipe es la de la voz de la memoria. Un repertorio de versos que aprendió de joven y no olvidará nunca. A través de sus palabras, la tradición se perpetúa cada año en la celebración de la fiesta de Santo Tomás de Aquino, en Villamediana. En la iglesia, frente al altar del santo, con la seguridad que le da su prodigiosa memoria, Felipe proyecta la voz de manera fluida, sin titubeos. Por momentos, la emoción pende en la lágrima que brilla en el borde del párpado, sin llegar a caer, porque sabe el significado profundo que encierra cada palabra. No son simples versos, se necesitan cinco o seis páginas para escribirlos. Las sostiene enrolladas en la mano derecha, la que dirige al santo para enfatizar, y es al que mira en todo momento porque es con el que conversa. Los demás somos invitados, emocionados y agradecidos. A Felipe se le ve profundamente concen...

La niebla

  Tras la ventana  Con su velo blanquecino  La neblina difumina la ciudad.  Intenta borrar el ayer  Hermoso, lleno de vida, y color.  La mirada busca más allá  Alguna luz que la oriente.  Se encuentra huérfana  Ante el silencio sordo  En el que naufraga.

Eterna sombra - Miguel Hernández.

Yo que creí que la luz era mía.  Precipitado en la sombra me veo. Ascua solar, sideral alegría,  ígnea, de espuma, de luz, de deseo.  Falta el espacio. Se ha hundido la risa.  Ya no es posible lanzarse a la altura.  El corazón quiere ser más de prisa,  fuerza que ensancha la estrecha negrura.  Turbia es la lucha sin sed de mañana.  ¡Qué lejanía de opacos latidos!  Soy una cárcel con una ventana,  ante una gran soledad de rugidos.  Soy una abierta ventana que escucha.  Por donde va tenebrosa la vida.  Pero hay un rayo de sol en la lucha,  que siempre deja la sombra vencida.