Ir al contenido principal

Y la llamaban loca

—Sr. Director, perdone las molestias, quería llevarme a mi mujer.
—Si hace apenas dos meses que la trajo con un cuadro agudo de ansiedad —respondió el doctor sentado tras la mesa del despacho.
—Y que no hablaba, ¿se acuerda? —El director asintió—. La culpa de todo la tuvo el gato.
—¿El gato? En el informe de ingreso no mencionó ningún gato.
—Sí, el odioso gato. Propiedad de nadie y rico en piojos y pulgas. Me contó que anochecía cuando lo vio como a diez minutos de nuestra casa. Estaba hurgando entre bolsas de basura que la gente no había metido en los contenedores. Levantó la cabeza y dos luceros en medio de la penumbra se clavaron en ella.
La siguió.
Al principio, venía, comía y desaparecía. Después se quedó. Se le enredaba entre las piernas y ella le acariciaba el lomo con su pie descalzo. Tenía que ver cómo respondía zalamero a las carantoñas con sus ronroneos. Parecía una relación de pareja o más bien materno filial. Claro, como no tenemos hijos. Para qué, le decía yo.
Cambió, ya no era la misma.
Sentí su llanto desesperado por la casa durante tres días. Después, el silencio. Hacía las cosas como una autómata, sin hablar ni una palabra. Me miraba con ojos de espanto, como si me temiera. La mujer que más he querido… Siempre la he tratado como a una reina.
Si la ingresé en el centro fue para que reaccionara. Ahora veo que le ha vuelto el brillo a los ojos, participa en juegos de mesa con amigas y  sonríe y habla. Puede volver a casa.
—Habrá que preguntárselo a ella.
—Si usted da la orden no hace falta.
—¿Se lo ha preguntado?
—Sí, le he dicho que venía para llevarla conmigo. ¿Sabe que me ha contestado? Que de ninguna manera, que yo no mando aquí.
—Me queda una duda, ¿qué vio o qué sintió una mujer tan serena y cariñosa, como usted la describe, en el momento que rompió en aquel llanto tan desesperado?
—Un ligero hedor a vómito flotaba en nuestro dormitorio cuando fue a acostarse. Se me desató la furia, ¿sabe? En la manilla de la ventana aún se estremecía el gato ahorcado.

Texto ganador en Relatos Compulsivos

Texto ganador en Territorio de Escritores
Safe Creative #1810018589850

Comentarios

  1. Felicitaciones Pilar!! Un excelente relato. Conmovedor. Estremecedor. Como sólo vos podés relatar!!
    Cariños!!
    Lau.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Lau. Un placer encontrarte siempre. Besos.

      Eliminar
  2. No me extraña que ganaras. Es muy bueno.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra tu opinión, Chema.
      Abrazo, compañero infatigable por estos mundos de los blogs.

      Eliminar
  3. Que maravilla, tenia todos los elementos para ganar, mis felicitaciones, congratulaciones porque nosotros tambien ganamos al poder leerte y disfrutarlo, como hago con todos los que escribes. Un abrazo grande

    ResponderEliminar
  4. Un excelente relato aunque el final sea un poco tremendo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por pasarte por aquí y dejarme tu comentario, Matías.
      Un abrazo.

      Eliminar
  5. Está muy bien, lástima por el gato. ;)
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cierto, Alfred, parece que hasta del gato tenía celos.
      Un abrazo.

      Eliminar
  6. Me gustas cuando escribes...Gracias por compartirlo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me gusta cuando pasas por aquí y me dejas comentarios tan simpáticos. Gracias a ti.

      Eliminar
    2. Me ha gustado tu relato, me tuvo intrigada hasta el final.

      Eliminar
  7. Felicitaciones!!!el final del cuento me sorprendió.abrazos.

    ResponderEliminar
  8. Terrorífico relato.
    Mejor estar loca.
    Enhorabuena por el merecido premio.
    Besos María Pilar.

    ResponderEliminar
  9. Como te han comentado me alegro un montón y felicidades, porque realmente es bueno y te lo mereces.

    Besos Pilar.

    ResponderEliminar
  10. Qué final tan brutal!!!

    Felicidades.

    ResponderEliminar
  11. ¡Excelente relato, M. Pilar!
    No me extraña en absoluto que ganaras el primer premio.
    Enhorabuena, amiga. Me alegro mucho.
    (inter nos, es tremendamente fuerte y actual, por desgracias,
    y dice tanto en tan pocas líneas!)
    Besotes

    ResponderEliminar
  12. ¡Es muy bueno! Y estremecedor. Toda la crueldad de la que en ocasiones es capaz el género masculino, con su cara ambivalente, en pocas líneas.
    Te mereces todos los reconocimientos.
    Un abrazo grandote, María Pilar.

    ResponderEliminar
  13. ¡¡Dios Mio!!

    El loco era él. Muy buen cuento María Pilar, merecedor del premio.

    mariarosa

    ResponderEliminar
  14. Uff!!! no me esperaba ese final, no me extraña que la mujer no parara de llorar. De todas formas yo tampoco volvería con semejante hombre.
    Un cuento precioso y unos diálogos muy logrados. Enhorabuena por el premio bien merecido.
    Un abrazo afectuoso

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Más vistas

Hagamos un trato

Te propongo un pacto. No removamos más el pasado, no le demos más vueltas ni nos echemos más en cara lo que ocurrió, ya no lo podemos cambiar, dejémoslo correr por el camino del olvido, no me gusta esta guerra soterrada ni este mirar de soslayo con la desconfianza como carga. Llevamos un tiempo con el rictus de la tristeza pegado y el alma rota sin querer dar el brazo a torcer. «Demasiado vehemente», me dices; «excesivamente racional», te contesto. Esto es un «toma y daca» y esta guerra no va a parar. Ya sé que soy impulsiva, alocada y me lanzo sin escuchar tus voces de contención, pero reconoce que eres tan racional, tan pausado y mides tanto las palabras que a tu lado últimamente no hago más que bostezar. Me gusta volar como el viento, necesito sentirme en libertad, no me atosigues. Cuando yo he tomado decisiones no nos ha ido tan mal. Y sobre todo no cargues sobre mi conciencia, sabes que soy muy sensible y el sentimiento de culpa me hace pasarlo fatal. Te pasas la vida planific

Amanecer deslumbrante

Salimos de casa con aspecto somnoliento. Al subir al remolque, ayudados por los dos hermanos mayores, percibimos el viento gélido de la madrugada. No era normal que nos llevaran con ellos; pero ese día, así padre lo había decidido. La calle en la que vivíamos aparecía oculta en la penumbra, se nos hacía extraña. Dejamos el pueblo solitario y silencioso envuelto en la neblina matinal. En el remolque nos encogimos como pudimos para evitar el frío que nos hacía castañetear los dientes y nos provocaba pequeñas chimeneas de vaho que se fundían con la niebla; esfuerzo inútil, pues el traqueteo descomponía nuestras figuras y nos lanzaba a la una contra la otra. No así los hermanos mayores que, apoyados en las cartolas, se dejaban acunar por el movimiento y se hacían los dormidos. El tractor reptaba ruidoso por la subida del Carramonte. Al llegar al alto del páramo por la zona de Valdesalce, amanecía. Nos apeamos de un salto. Impresionaba el mundo que se abría ante nosotros. Miré a mi a

Cuando uno dice blanco, el otro... blaugrana

Va a ser un día complicado, se dijo Aurora al despertar pensando en que se jugaba el Clásico. Su preocupación eran sus hijos Raúl y David. Cuando nacieron todo fue caos en su entorno y nadie, excepto ella, se fijó en los ojos tan abiertos con los que se observaban sin pestañear. Aunque le decían que los recién nacidos no ven, esa mirada gélida de un gris opaco fue el presagio que acabó con sus sueños de madre.  La crueldad sistemática entre los hermanos confirmó sus sospechas. Parecían dos gatos en continua pelea. Si uno necesitaba luz, el otro oscuridad; si uno quería dormir, el otro berreaba y si uno decía blanco el otro… blaugrana. Era un sinvivir que a ella le tenía agotaba. —Os vamos a machacar —decía Raúl con la camiseta blanca. —¡Qué dices, idiota! Hoy comeréis el barro bajo nuestras botas. —De idiota nada, mamón.  — ¡Pum! Arrojó un derechazo al ojo de su hermano. —Te arrancaré la nariz, imbécil. —Y el zurdazo lo dejó sangrando. —¡Ay!, me ha mordido. —¡Basta! —gritó Aur

El vaivén de la vida

En la vida de Clara había aparentemente de todo menos paz y sosiego. Era de esas personas que cuando te pasan, su estela tira de ti y te hace girar la cabeza deseando alargar tu mano entre la brisa que ondea los rizos de su melena. Esa noche Clara se separó de la fiesta, se quitó los zapatos de tacón de vértigo, la máscara de top-model y se abandonó en el columpio de sus pensamientos. Cualquier observador habría olido la tristeza que embargaba tanta belleza. Sabía que Rubén no se creía que ella se dormía en cuanto se acostaba, pero callaba. Rubén sabía que esa tarde ella había llorado, pero dijo: ̶ Cariño, ¿estás ya preparada? La rutina había llegado a sus vidas como un intruso para definitivamente quedarse. Su ambición profesional, el estatus social y ese ajetreo diario de fiestas y relaciones sociales para alzar una muralla sobre la que asentar su seguridad, había resultado una telaraña en la que se habían perdido y ahora… ahora todo ello solo servía para acallar el incómodo

La musa de la escritura

Hoy hace un año que te fuiste… Digo a gritos que no te necesito, que ojalá no vuelvas. Miente mi orgullo para cubrir el dolor de mi impotencia. Ya sabes que mi cabeza es un cóctel de ideas encontradas, letras sueltas y sensaciones indefinidas. Qué diferencia con las composiciones escritas a golpe de vértigo, las notas de recuerdos con ilusión vividos, la actividad nerviosa, el febril pensamiento desbocado, todo un mundo que se diluía en la página en blanco. Mi imaginación no se resigna a esta inactividad actual y sigue alimentándome: me trae el choque de olas acunando a otros muchos en sus aguas, el espectáculo de un gnomo sibilino junto a una princesa destronada, un bello alfiler ensangrentado en el escenario de una explosión en Yakarta, hasta me tienta con el aroma de la riquísima sopa de la abuela. Miro tu hermética bola de cristal donde encierras la energía en un tiempo y un espacio diferente al que reclama el reloj para sí mismo. Te miro y tu fulgor me deslumbra y pienso