Ir al contenido principal

Su vida con un perro fue más feliz

Solo el conticinio aplacó el nerviosismo de las niñas envolviéndolas en un apacible descanso. El abuelo, defensor recalcitrante de los perros abandonados, nos había convencido y al día siguiente teníamos la cita para realizar la adopción. Con el fulgor de un sol calcinante, salimos hacia el centro de acogida en la gandola sin remolque. Pronto empezamos a cantar: “Una sardina, dos sardinas…”
Ya lo habíamos visto en la visita anterior: "Un cachorro mezcla de Golden con hermoso pelaje dorado que despedía destellos flamígeros".
Cuando llegamos estaba solo, una bolita peluda, un tanto triste, en un montón de arena dentro de su espacio vallado. Levantó la cabeza al vernos. El abuelo, se acercó y le habló con cariño. Se lo fue ganando poco a poco. Al principio temblaba; pero pronto, una luz radiante iluminó sus ojos y empezó a dar saltos de alegría como si entendiera que habíamos ido a buscarlo. Nos contagió la risa.  De una pequeña maleta que llevaba sacó un peine especial que facilitaba el cepillado y él, zalamero y juguetón, lo agradeció subiéndose con sus patas delanteras por el pantalón del que ya consideraba su dueño.
El apocalipsis se hizo presente en la entrevista con la joven directora del centro de adopción.
— ¿Quién lo va a cuidar?
—Mientras trabajamos y las niñas están en el colegio, el abuelo.
—¿Cómo? ¡Si es un señor mayor! ¿Y qué lugar de la casa va a ocupar?
—Le hemos preparado una caseta en el jardín.
—¡En una caseta! ¡Un miembro más de la familia! Eso sí que no lo consiento. Para que se muera de frío. Aquí no hay cultura de cómo tratar a los animales. Tienen que aprender de las personas extranjeras, ellas vienen hasta aquí para adoptar a su perro y saben cómo tratarlo.
Con una palidez que contrastaba con el arrebol de la tarde, ante la falta de cordura de la directora me dijo: "Vámonos". Y lo vi alejarse para ocultar una lágrima furtiva que se le escapaba. El cachorro también se refugió en un rincón para llorar su pena. Las copas de ambrosía tendrían que esperar para ser libadas. No teníamos nada que celebrar.
Entonces, lo vimos salir corriendo tras él. Empujó con la cabeza la maleta que llevaba en la mano, cayó al suelo y se abrió. Se coló dentro. Se puso travieso y peleón frente a la directora que quería cogerlo. Le mordió una mano cuando estaba regañándolo.
Claudicó.
Nos lo llevamos.

Safe Creative #1809048265636

Comentarios

  1. Me encanta ese final. Parece un final imposible en una situación real, pero que c..., eso es literatura, conseguir un final feliz para una situación injusta. Una pequeña venganza contra los que toman decisiones irracionales abusando de su situación de poder, de cualquier tipo de poder.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué bien lo has explicado! Esa directora pudo irse de rositas, pero en mi fuero interno no se lo podía consentir... La mordedura era lo menos que podía regalarle. Es literatura, pero lo he disfrutado.

      Besos

      Eliminar
  2. Al menos el perro tiene sentido común.
    Besos.

    ResponderEliminar
  3. ¿Excelente! Hiciste un final feliz inesperado.


    Un abrazo María Pilar.

    ResponderEliminar
  4. Ya me había enojado con esa directora tan mala, parecía un personaje de Charles Dickens. Menos mal que el perro fue más inteligente que ella.
    Hermosa historia María, un placer leerte.

    mariarosa

    ResponderEliminar
  5. Querida Pilar, con un relato sobre perritos tuve la suerte de conocerte... hoy, tras un tiempo sigues conmoviéndome, como entonces. Gracias por escribir tan hermoso.
    Un besote.

    ResponderEliminar
  6. Será feliz y él sabe con quién. Siempre es un placer leerte, María Pilar.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  7. Bella historia! Hermoso final y espléndida como siempre tu narración Pilar!!
    Cariños!!
    Lau.

    ResponderEliminar
  8. A la directora la habría enchufado allí algún amigo político. Como decía mi padre: "Hay gente que tiene la misma sensibilidad que una cerda de cría".
    Un abrazo, María Pilar.

    ResponderEliminar
  9. Que pena que los niños que esperan adopción no puedan correr a encerrarse en esa maleta y permanecen en centros compartiendo habitación con varios niños, comiendo comida de rancho y jugando con juguetes de caridad. Se exige lo que no se da. Un abrazo grande

    ResponderEliminar
  10. Uy que bueno que el perrito esta bien. son tan dulces y la gente los trata tan mal . Me encanto la historia

    ResponderEliminar
  11. Se dice que son los perros los que eligen a sus dueños, y este ha sido el caso. Al principio me ha recordado e día que fuimos a recoger a nuestro perro, que tamnbién es una mezcla de golden con pelambrera dorada, jeje.
    Has combinado perfectamente esas palabras de obligada inclusión, alguna de las cuales ni siquiera conocía (conticinio y gandola), jajaja.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  12. El final totalmente inesperado,abrazo.

    ResponderEliminar
  13. Un final estupendo de una bonita historia.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  14. Mira.. ya sé lo que significa "conticinio"... no tenía ni idea.
    Gracias.

    Buena historia.

    ResponderEliminar
  15. Ternura pura nos regalas
    Con la conveniente nota de falta de tacto y humanismo de un ser que por ocupar un cargo se creee sabelotodo de la vida
    Cariños y buen domingo

    ResponderEliminar
  16. Ese perro era más listo que la directora y sabía bien lo que quería, tienen un olfato especial para saber donde pueden encontrar cariño.
    Me ha encantado, yo sé bien el cariño que puede dar un perro.
    Te dejo un fuerte abrazo y te deseo un feliz domingo.
    kasioles

    ResponderEliminar
  17. ¡¡Genia total!! y mira que había
    palabras difíciles para hilvanar,
    pero te ha quedado maravillosamente cosido.

    Besotes, María Pilar

    ResponderEliminar
  18. Bien por ese perro, más listo que nada.
    Perfecto final para tu excelente historia de juego de palabras.
    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  19. Pilar, has logrado con naturalidad y maestría emocionarnos a todos...Realmente los animales tienen alma, saben lo que quieren y quienes les quieren...Me alegro volver a leerte, amiga.Es un placer sentir tu pasión y tu entrega siempre latentes en tus relatos.
    Mi gratitud y mi abrazo grande, Pilar.

    ResponderEliminar
  20. A nosotros también nos hicieron un examen de aptitud pero Lúa se pegó a mis piernas y tuvimos suerte porque el director nos consideró aptos. Fue una de las cosas más hermosas de mi vida. La quiero más que a algún miembro de mi familia humana.
    Me ha gustado aumentar el lenguaje :) Bss.

    ResponderEliminar
  21. Un relato delicioso, María Pilar. No se me ocurre una definición mejor :) Qué complicado meter tantas palabras y tan dispares en un mismo texto que además tiene poca extensión. La otra definición que se me ocurre es brillante.

    ¡¡Un abrazo y enhorabuena!!

    ResponderEliminar
  22. Yo tambien quiero un perro asi... inteligente que sepa donde no debe hacer sus necedades

    Besos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Este blog permanece vivo gracias a tus visitas y comentarios. Te agradezco estos momentos especiales que me regalas.

Más vistas

Hagamos un trato

Te propongo un pacto. No removamos más el pasado, no le demos más vueltas ni nos echemos más en cara lo que ocurrió, ya no lo podemos cambiar, dejémoslo correr por el camino del olvido, no me gusta esta guerra soterrada ni este mirar de soslayo con la desconfianza como carga. Llevamos un tiempo con el rictus de la tristeza pegado y el alma rota sin querer dar el brazo a torcer. «Demasiado vehemente», me dices; «excesivamente racional», te contesto. Esto es un «toma y daca» y esta guerra no va a parar. Ya sé que soy impulsiva, alocada y me lanzo sin escuchar tus voces de contención, pero reconoce que eres tan racional, tan pausado y mides tanto las palabras que a tu lado últimamente no hago más que bostezar. Me gusta volar como el viento, necesito sentirme en libertad, no me atosigues. Cuando yo he tomado decisiones no nos ha ido tan mal. Y sobre todo no cargues sobre mi conciencia, sabes que soy muy sensible y el sentimiento de culpa me hace pasarlo fatal. Te pasas la vida planific...

Amanecer deslumbrante

Salimos de casa con aspecto somnoliento. Al subir al remolque, ayudados por los dos hermanos mayores, percibimos el viento gélido de la madrugada. No era normal que nos llevaran con ellos; pero ese día, así padre lo había decidido. La calle en la que vivíamos aparecía oculta en la penumbra, se nos hacía extraña. Dejamos el pueblo solitario y silencioso envuelto en la neblina matinal. En el remolque nos encogimos como pudimos para evitar el frío que nos hacía castañetear los dientes y nos provocaba pequeñas chimeneas de vaho que se fundían con la niebla; esfuerzo inútil, pues el traqueteo descomponía nuestras figuras y nos lanzaba a la una contra la otra. No así los hermanos mayores que, apoyados en las cartolas, se dejaban acunar por el movimiento y se hacían los dormidos. El tractor reptaba ruidoso por la subida del Carramonte. Al llegar al alto del páramo por la zona de Valdesalce, amanecía. Nos apeamos de un salto. Impresionaba el mundo que se abría ante nosotros. Miré a mi a...

Cuando uno dice blanco, el otro... blaugrana

Va a ser un día complicado, se dijo Aurora al despertar pensando en que se jugaba el Clásico. Su preocupación eran sus hijos Raúl y David. Cuando nacieron todo fue caos en su entorno y nadie, excepto ella, se fijó en los ojos tan abiertos con los que se observaban sin pestañear. Aunque le decían que los recién nacidos no ven, esa mirada gélida de un gris opaco fue el presagio que acabó con sus sueños de madre.  La crueldad sistemática entre los hermanos confirmó sus sospechas. Parecían dos gatos en continua pelea. Si uno necesitaba luz, el otro oscuridad; si uno quería dormir, el otro berreaba y si uno decía blanco el otro… blaugrana. Era un sinvivir que a ella le tenía agotaba. —Os vamos a machacar —decía Raúl con la camiseta blanca. —¡Qué dices, idiota! Hoy comeréis el barro bajo nuestras botas. —De idiota nada, mamón.  — ¡Pum! Arrojó un derechazo al ojo de su hermano. —Te arrancaré la nariz, imbécil. —Y el zurdazo lo dejó sangrando. —¡Ay!, me ha mordido. —¡Basta! —...

El vaivén de la vida

En la vida de Clara había aparentemente de todo menos paz y sosiego. Era de esas personas que cuando te pasan, su estela tira de ti y te hace girar la cabeza deseando alargar tu mano entre la brisa que ondea los rizos de su melena. Esa noche Clara se separó de la fiesta, se quitó los zapatos de tacón de vértigo, la máscara de top-model y se abandonó en el columpio de sus pensamientos. Cualquier observador habría olido la tristeza que embargaba tanta belleza. Sabía que Rubén no se creía que ella se dormía en cuanto se acostaba, pero callaba. Rubén sabía que esa tarde ella había llorado, pero dijo: ̶ Cariño, ¿estás ya preparada? La rutina había llegado a sus vidas como un intruso para definitivamente quedarse. Su ambición profesional, el estatus social y ese ajetreo diario de fiestas y relaciones sociales para alzar una muralla sobre la que asentar su seguridad, había resultado una telaraña en la que se habían perdido y ahora… ahora todo ello solo servía para acallar el incómodo ...

La musa de la escritura

Hoy hace un año que te fuiste… Digo a gritos que no te necesito, que ojalá no vuelvas. Miente mi orgullo para cubrir el dolor de mi impotencia. Ya sabes que mi cabeza es un cóctel de ideas encontradas, letras sueltas y sensaciones indefinidas. Qué diferencia con las composiciones escritas a golpe de vértigo, las notas de recuerdos con ilusión vividos, la actividad nerviosa, el febril pensamiento desbocado, todo un mundo que se diluía en la página en blanco. Mi imaginación no se resigna a esta inactividad actual y sigue alimentándome: me trae el choque de olas acunando a otros muchos en sus aguas, el espectáculo de un gnomo sibilino junto a una princesa destronada, un bello alfiler ensangrentado en el escenario de una explosión en Yakarta, hasta me tienta con el aroma de la riquísima sopa de la abuela. Miro tu hermética bola de cristal donde encierras la energía en un tiempo y un espacio diferente al que reclama el reloj para sí mismo. Te miro y tu fulgor me deslumbra y pienso ...