El autor, Antonio Muñoz Molina, a través de las 958 páginas del libro, nos lleva a ver, oler, oír y palpar de una manera detallista y minuciosa, como pintor de un gran cuadro del arte flamenco, la sociedad madrileña y por extensión la española de los años 1935 – 36.
A la par que vamos viviendo la furtiva historia de amor de su protagonista, en una sintonía intercultural, asistimos a la destrucción de personas de una misma cultura. Esto se va incrementando de forma vertiginosa y cruel, donde todo se les va de las manos. De manera insensata, cantando proclamas de victoria y triunfo inflamadas de odio, se lanzan a los abismos del infierno con el consiguiente caos, dolor y muerte que te llega a lo más íntimo.
Después de las cien primeras páginas, el libro me atrapó y no he podido dejar de leerlo, he saboreado el párrafo largo, su discurrir pausado y su cuidada puntuación que yo tanto agradezco. He sentido pisar los escenarios del protagonista aún después de haberlo terminado.
© María Pilar
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